En las presentaciones es conveniente usar plantillas discretas, que no compitan por la atención del espectador con el contenido. La plantilla ideal es aquella que no se recuerde a la salida. Las plantillas “animadas” deberían figurar en el código penal. Y las corporativas o “de evento” (con logos de colorines en cada diapositiva, etc. son una mala práctica a la que hay que resistirse fieramente: ¿qué aporta el logo y el nombre de la empresa, universidad o congreso a todas y cada una de las diapositivas? Múestralo en la inicial y/o en la final y es más que suficiente.
El hecho es que la plantilla condiciona el significado de la diapositiva, incluso cuando usamos imágenes. Y aquí viene el juego. En cada una de las diapositivas siguientes aparece el mismo cuadro de Magritte. Es evidente que sin contexto y sin el discurso que “ilustra” es imposible atribuirle significado unívoco y que no sería lo mismo mostrarla a un público de publicitarios, de estudiantes en una clase de arte, de filósofos en un congreso sobre Foucault o en un taller sobre presentaciones. El juego es sencillo: averiguar qué “comunica” cada una de las diapositivas siguientes.
Diapositiva 1:
Diapositiva 2:
Diapositiva 3:
Diapositiva 4:
Diapositiva 5:
Diapositiva 6:
Moraleja: no da igual cómo mostremos las imágenes en las presentaciones. Debemos usar el lenguaje gráfico de acuerdo con nuestros objetivos.